domingo, septiembre 06, 2009

Cadenas



 
Él carga pesadas cadenas. Las lleva no solamente en las extremidades, si no también en el cuello, en la cintura y sobretodo en la cabeza. Sí, muy dentro de la cabeza.

No son cadenas vulgares, de material común y potenciales víctimas de la corrosión. Por el contrario, son muy finas y artísticamente decoradas. Porque fue él mismo quien las elaboró. Paciente y diligentemente, con ahínco, esmero y pasión, desde sus años iniciales. Cada eslabón fue un triunfo de laboriosidad y devoción, forjado con todo el esfuerzo del que fue capaz en su momento. Era digno de admiración. Tanto tiempo destinado a la construcción de sus cadenas de oro con ribetes de plata e incrustaciones de diamantes. El triunfo supremo de su empresa personal.

Pero el ser de oro y plata con incrustaciones de diamantes no quitó a las cadenas su condición de tales. Y él lo descubrió. Demasiado tarde, tanta había sido su dedicación, que las había hecho perfectas. Encajaban muy bien en su persona, giraban a su alrededor hasta perderse sus inicios, y se amoldaban de tal modo a su figura, que podía decirse que formaban parte inseparable de su ser. Al punto que ya no podía concebir su vida sin aquéllas…

¿Qué pasó? Nadie pudo comprenderlo. Habían admirado y aplaudido sus cadenas, tan bien elaboradas, tan brillantes, tan dignas de elogio. Algunos hasta lo habían envidiado. ¿Qué pasó? Se preguntaban mientras construían, ellos también con empeño, con amor, sus propias cadenas.
 
 

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